Agenda entre las universidades y el sector empresarial

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Publicado por El Mundo

Un verdadero desarrollo del país se daría a través del entendimiento y trabajo mutuo y en conjunto para lograr superar progresivamente los desequilibrios estructurales que han afectado a Venezuela en las décadas recientes.

Tales desequilibrios han derivado en un deterioro sostenido en lo económico, social e institucional, llegando al punto de una crisis que amenaza seriamente las posibilidades de desarrollo y de insertarnos asertivamente en la comunidad internacional.
Deberían coexistir con mayor armonía los sectores estatales, educativos y empresariales, y trabajar en conjunto.
Los papeles que deberían de protagonizar estos sectores, en forma de alianza, son:
El Estado debe asumir el liderazgo en la organización de los procesos sobre la base de políticas públicas nacionales y regionales orientadas a cubrir las necesidades que demandan la sociedad y el medio ambiente.

Debe ofrecer mecanismos de incentivo a las universidades y a los empresarios para que sus actividades se traduzcan en una mayor productividad nacional a través de empleo, desarrollo tecnológico y mejoramiento en las capacidades productivas.

Las universidades capacitan, por medio de sus diversos programas técnicos y profesionales, en la utilización de tecnologías para generar más eficiencia en todos los procesos inherentes a nuestra vida en sociedad.

Los empresarios han venido concientizando la importancia de tener más apertura hacia la academia. Es necesario recuperar la confianza mutua entre los empresarios y las universidades para que los primeros propongan sus problemas de productividad a las instituciones de educación superior y estas hagan ofertas en este sentido.

Es necesario plantearse objetivos muy altos de productividad y trazar los caminos para alcanzarlos; contratar los especialistas conocedores de la temática en el sector productivo y con experiencia en su aplicación para la obtención de resultados de alto rendimiento.

Desafortunadamente, existe un distanciamiento en una de las tres partes, la cual actúa de manera individual con poca posibilidad en la actualidad de establecer alianzas para lograr entre estos sectores los consensos necesarios para poder alcanzar los retos que se ha impuesto nuestro país.

Ciertamente, ha habido acercamientos en el pasado reciente entre los sectores educativo y empresarial. Quizás el más relevante por los compromisos allí adquiridos fue a mediados del mes de abril del presente año, cuando diversos representantes del sector empresarial y un nutrido grupo de rectores y otros representantes de la educación superior se dieron cita.

Entre las conclusiones a las que se llegaron puede destacarse que el cambio de rumbo solo es posible a través de una agenda común en pro del país, en la que los objetivos y estrategias deben ser compartidos por una gran mayoría de venezolanos.

Si se construyeran alianzas para implementar las estrategias de desarrollo, se lograría favorecer en todo momento la estabilidad y la equidad.

Dicho encuentro identificó dos agendas para la cooperación entre los sectores de academia y empresariado: a) La agenda de cooperación en el eje social-cultural: busca contribuir a la equidad en el acceso a la educación de calidad, superar la exclusión y la pobreza, la reducción de la polarización social y política, y abarca también los programas de responsabilidad social corporativa de las empresas y las líneas universitarias de servicio comunitario; y b) La agenda de cooperación en el eje tecno-económico: engloba temas como innovación, investigación, desarrollo tecnológico, servicio técnico, promoción del emprendimiento y de iniciativas para la formación de segmentos de la economía informal, la adecuación de los programas de educación profesional, la educación continua y la introducción de formas novedosas de políticas para el desarrollo productivo y el comercio basadas en conglomerados innovadores.

Transformación y modernización

El objetivo general de la transformación y modernización de Venezuela responde a la necesidad de alcanzar un mejor nivel de desarrollo, que se traduzca en una mejor calidad de vida para los ciudadanos, mediante un crecimiento económico sostenible en el tiempo y equitativo dentro de la sociedad.

Ello debe venir acompañado de la consolidación y el fortalecimiento de la paz y de los sistemas democráticos, y el continuo respeto a los derechos humanos. Todo esto dentro de un esquema de gobernabilidad, transparencia y rendición de cuentas.

La modernización del país supone cuatro objetivos: 1) La transformación de los sectores productivos; 2) La reducción de las vulnerabilidades sociales, productivas y ambientales; 3) El manejo sostenible de la dotación de recursos naturales; y 4) La participación creciente de la sociedad civil en el desarrollo.

Venezuela requiere adaptar sus sectores productivos a las necesidades de un mundo globalizado competitivo, y la sociedad civil venezolana debe participar de una forma más activa en las actividades y beneficios del desarrollo y de la integración, convirtiéndose en un socio de los gobiernos en pro de la superación de la pobreza.

La democracia, el crecimiento económico y la equidad han seguido senderos distanciados durante mucho tiempo, configurando sociedades altamente heterogéneas y pobladas de paradojas. El gran desafío es avanzar hacia sociedades más igualitarias, para lo cual se requiere de un modelo político donde se conjuguen políticas económicas, sociales y una difusión más exhaustiva en el ejercicio de la ciudadanía.

El fortalecimiento de la ciudadanía permite mejorar los niveles de cohesión social y de legitimidad política para impulsar transformaciones profundas en el ámbito productivo, educacional y de política económica. La adhesión a los proyectos colectivos constituye una condición básica para dar sustento político a los desafíos y a las transformaciones indispensables para transitar por el camino de la mayor equidad.