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Semanas atrás tuve ocasión de vivir junto a los «porteños» el ambiente grandilocuente –y también las restricciones del libre tránsito– derivado de la celebración de la Cumbre G20 en la ciudad de Buenos Aires.
Un aspecto que vale la pena destacar es la cantidad de documentos de trabajo y compromisos suscritos entre Argentina y China en el marco conexo de la visita de Estado del presidente Xi Jinping. Se firmaron más de 30 acuerdos.
Desde 2015, en la Argentina se han venido gestando cambios políticos de alto impacto y sus repercusiones se han hecho sentir más allá de nuestra región. Históricamente, una de las grandes economías latinoamericanas, con problemas estructurales, han llevado al gobierno de Mauricio Macri a priorizar políticas públicas de corte económico, como eje fundamental para la consolidación de su plan de gobierno.
El liderazgo regional de la Argentina, compartido con Brasil y México, son un tema de análisis para comprender los roles que ejercen sobre el resto de las naciones latinoamericanas. En la década pasada, esa influencia argentina con mayor acento en lo político dejo rezagada su competitividad económica. En aquellos tiempos el mapa político de la región contaba con gobiernos que compartían vocaciones ideológicas comunes. Entre esos alineados estaba Brasil, con quien por más de 12 años encabezó, junto a Venezuela, una de triada que llegó a tener una voz que se hizo sentir en el ámbito supraregional. La nación austral es una voz que suele ser escuchada, pues cuenta con elementos geoestratégicos que potencian sus sectores económicos, con un mercado siempre demandante y que junto a otras ventajas han convertido al país en un importante centro de oportunidades para las economías del mundo.
Es el resurgimiento de aquella Argentina anfitriona, pletórica, la que ahora retrata y formula políticas globales con las grandes potencias; es la que el gobierno del presidente Macri proyecta con la pasada edición de la cumbre del G20. Los presidentes de los países más influyentes reafirmaron con esta cumbre multilateral que la Argentina y nuestra región contiene abundantes elementos atractivos para el desarrollo de la Humanidad.
Y como en algunas ediciones previas de cumbres del G20, la coyuntura de la agenda internacional permeó en los temas que previamente habían sido establecidos a ser discutidos. Las tensas relaciones comerciales entre los Estados Unidos y China, generadas por la tendencia proteccionista del gobierno norteamericano (que ha sido seguida por algunos países del continente europeo), generaba un gran desafío al presidente Macri: presidir la Cumbre bajo la premisa de que todos los líderes mantuviesen la misma sonrisa y actitud que muestran al bajar las escaleras de los aviones presidenciales, desde el inicio de las jornadas protocolares, pasando por las recepciones, sin olvidar uno de los momentos clave: la foto oficial de los mandatarios. Sí, esa que a veces dice más que la declaración final.
Ejerciendo su cuota de liderazgo como país anfitrión, Argentina incorporó en la agenda global sus asuntos particulares. El futuro del trabajo, la seguridad alimentaria y la infraestructura fueron los aportes que también suscitan el interés y apoyo de países menos desarrollados.
La importancia de la realización de la cumbre del G20 en Argentina va más allá del hecho de que hayan sido dos días de deliberaciones entre mandatarios o de los lindos recuerdos que dejó el estupendo espectáculo Argentum en el Teatro Colón. No olvidemos que hasta culminada la Cumbre, la presidencia del G20 estuvo a cargo de Argentina. Labor que su presidente llevó estratégicamente, formando parte de reuniones, foros y promoviendo espacios en los cuales la evaluación de nuevos escenarios económicos fue una prioridad en su gestión que traerán buenos frutos.
El G20 de Argentina ha concluido con una declaración en la cual no se evade el tema más álgido de la ocasión: el comercio. No había garantías, por el contexto previo y durante la Cumbre de que se llegaría a una declaración conjunta. Sin embargo, los mandatarios pudieron ponerse de acuerdo en un documento final, humo blanco que dos semanas antes, en el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico, celebrado el 17 y 18 de noviembre en Papúa, Nueva Guinea, no se consiguió, tras no alcanzarse una declaración final de consenso, por primera vez desde su creación.
Un aspecto que vale la pena destacar es la cantidad de documentos de trabajo y compromisos suscritos entre Argentina y China en el marco conexo de la visita de Estado del presidente Xi Jinping. Se firmaron más de 30 acuerdos. El sector de infraestructura y agrícola argentino es uno de los más beneficiados, ya que se presentan oportunidades para que el país sureño duplique la exportación de alimentos al gigante asiático en los próximos años. La figura de China está consolidada y en constante crecimiento. El saber cómo aliarse y mantenerse estratégicamente cerca de la potencia asiática es un gran reto que tienen todos los países de nuestra región.
Sin duda, la cumbre del G20 dejó su impronta. Un espíritu que inspiró al maestro coreógrafo Ricky Pashkus para las representaciones coreográficas del folklore regional argentino que se lucieron en el Teatro Colón.
Complace mucho ver a la Argentina con renovados aires de universalidad.
Moisés Bittán
@moisesbittan
Director de Finantop