Bahréin
ENERGÍA NUCLEAR: Economía y Sociedad.
El Mundo
Por Moisés Bittán
Existen muchas dudas, acerca del precio que tiene el agua, y cuan escaso es como recurso, esto hace que el debate sobre el tema del agua como recurso estratégico revista día a día más importancia para todos. En su ciclo, el agua que llega al usuario final mediante determinadas infraestructuras que la recolectan, la procesan y la distribuyen. El ciclo termina con el tratamiento pertinente de las aguas residuales que reintegran al medio ambiente. Lo que está claro es que el precio que generalmente paga el usuario por el vital líquido es muy bajo y de ahí, muchas veces, se alienta el despilfarro.
En términos económicos se podría decir que los costos asociados a la oferta es casi gratuita para los usuarios en muchos países, incluyendo a Venezuela las cantidades demandadas son muy superiores y, los individuos tenderán a consumir tanta agua posible en la medida que su valor marginal se acerque a cero.
Los costos consustanciados con la sostenibilidad y uso del agua, además el de abastecimiento (costo de operación y mantenimiento), más el costo de capital, también incluyen otros costos importantes como el económico, ambiental y social. Cuando un usuario consume agua, está en alguna forma privando a otro usuario de esa misma agua dada la naturaleza escaza del referido bien de allí a que se deben sincerar progresivamente los precios de venta de este bien y atomizar el acceso al agua, en especial a los mayoritarios sectores de la población de bajos recursos. Hay que considerar igualmente las externalidades económicas que no son más que los efectos positivos o negativos asociados con el consumo o uso de un recurso en particular dada una situación excepcional. Algunos ejemplos de externalidades negativas, en este caso, son la contaminación del agua o el exceso de extracción de agua subterránea.
Sobre el consumo y la potabilidad del agua, como recurso polivalente de consumo, las normas de calidad del vital líquido para el consumo humano son muy estrictas y requieren técnicas de laboratorio cada vez más costosas y especializadas, no dista mucho el procesamiento físico-químico que requiere el agua para otros usos. Pese a todo, las aguas suministradas por los sistemas hídricos y municipales, sigue siendo muy por debajo de lo que los consumidores deberían pagar.
Es preocupante ver familias de bajos ingresos (que consumen un gran porcentaje de su presupuesto en agua). Muchas familias de escasos recursos compran agua embotellada, la cual cuesta mucho más de lo que cobra las empresas hidrológicas a los usuarios, a ese punto de desesperación e inequidad llega la distribución del agua.
Para que el agua sea utilizada sosteniblemente, su costo total debe acercase cada vez más a su valor total de procesamiento y distribución. Pero la realidad es que ambos son diferentes: generalmente las hidrológicas que no pueden recuperar sus costos, y también los consumidores terminan pagando mucho menos de su verdadero valor, de allí la importancia en trabajar en esa brecha económica.
Las consecuencias de este desequilibrio son serias: el ignorar los costos de oportunidad y las externalidades negativas, resulta en el desperdicio de agua y de recursos financieros, pérdida de oportunidades para las inversiones, fugas y tomas ilegales, disminución de la productividad económica, contaminación general, el aumento de costos en salud pública y la disminución de servicios ecológicos.
El precio del agua tiene un claro y profundo impacto en cuán adecuadamente se administren los recursos de la misma. Una adecuada valoración y precio, son la clave para mejorar la administración y la calidad de los recursos de agua, junto con políticas mejoradas que proporcionen incentivos regulatorios y económicos que aborden las distintas externalidades.
Escasez
Alrededor del 3% del agua es dulce y potencialmente potabilizada; siendo el resto agua no apta para el consumo. Alrededor de las 2/3 partes del agua dulce están inmovilizadas en glaciares y nieves perpetuas, por lo que apenas el 1% está al alcance del empleo humano.
Millones de personas en el mundo carecen de instalaciones para tener acceso al agua potable; de sistemas de saneamiento, y, dentro de escazas dos décadas, se presentará un panorama donde alrededor del 30% de la población mundial residirán en regiones con absoluta escasez de agua. Realidad alarmante, teniendo en cuenta que cada ser humano necesita un mínimo de 50 litros diarios para satisfacer todas sus necesidades: hidratarse, su higiene personal, cocinar sus alimentos, pero el descuido y el derroche, conduciría a acelerar su escasez, además, los cambios climáticos que afectan al planeta serán responsables, en los próximos años, del incremento de más del 20% de la escasez global de agua.
Lamentablemente el agua como recurso no es suficientemente valorada quizás por la falta de visión de la inminente crisis que por su falta se derivará y muchos líderes no lograr ver, este recurso debe ser apreciada tanto o más que los mismos hidrocarburos. Cada uno de los habitantes de este planeta debemos de estar conscientes del agotamiento de este vital líquido y tomar en cuenta y ejecutar las acciones para su preservación.
Hemos visto con atención muy recientemente como se están suscitando cambios sustantivos en la conducción política de países como Túnez, Egipto, Baréin y Libia: Curiosamente todos con ingentes recursos petroleros pero con serios problemas de recursos hídricos. En las próximas décadas el recurso más ansiado de la economía y la geopolítica global será el control del agua dulce, pues de esta, ya como algunos analistas vislumbran, será, además de la fuente de vida, la base energética novedosa de la segunda mitad del XXI.
América Latina cuanta con el mayor reservorio de agua dulce en el mundo, que junto con sus ingentes reservas de Gas y Petróleo está llamada a ocupar una posición de liderazgo en los grandes temas de sustentabilidad de la vida humana y el desarrollo de la actividad económica.