Deporte, economía y sociedad
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El Estado se incapacita, así como la sociedad, de proveer a los individuos lo necesario”
En las sociedades modernas predomina más que en las sociedades tradicionales el tipo de hombre que se ajusta al seguimiento de la norma, pues este ajuste, a diferencia de lo que ocurría en las sociedades tradicionales, depende de su libertad de decidir. El ritmo de la innovación lejos de ser la causa de la anomia viene a ser la solución.
La Anomia Social es una consecuencia y no un factor aislado que surja de manera espontánea. Es el resultado del fracaso y de la ineficacia de aplicar sistemas político-económicos como única alternativa de desarrollo.
El término anomia proviene del griego clásico y significa ausencia de reglas, normas o leyes. En el pensamiento griego, además, tenía las connotaciones negativas de desorden, injusticia e impiedad.
La anomia, en estos tiempos, es asumida como un colapso de gobernabilidad por no poder controlar esta emergente situación de alienación experimentada por un individuo o una subcultura, hecho que provoca una situación desorganizada que resulta en un comportamiento no social. El término fue introducido por Émile Durkheim (La división del trabajo social y El suicidio) y Robert K. Merton (Teoría social y estructura social); este último formuló las leyes que, al incumplirse, conducían a la anomia. La mayor presión conducente al desvío se da entre los grupos socioeconómicos más bajos y las conductas desviadas son: el crimen, los desórdenes mentales, el incumplimiento de la ley, etc.
El Estado se incapacita, así como la sociedad, de proveer a los individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad. Se presenta cuando el Estado no tiene un interés real de solucionar los problemas sociales: su función de utilidad es política, no social. Su visión es cortoplacista y, por lo tanto, la planeación de la política social no ataca los problemas estructurales que enfrenta la población excluida. Y solo es capaz de tratar ciertas patologías sociales, pero sin soluciones integrales y de largo plazo.
Este problema se presenta cuando no hay un objetivo de largo plazo como la movilidad social y, simplemente, quien dicta las políticas sólo se limita a definir los recursos y procesos de ciertos programas, puesto que al final solo lo medirán por la ejecución presupuestal y el número de quejas y reclamos. Para algunos gobiernos atrasados, es mucho más fácil otorgar subsidios que elaborar una estrategia para el cambio social. Finalmente, a corto plazo, quienes reciben subsidios se satisfacen, a cambio de favores políticos. Por tanto, prevalecen los mismos problemas estructurales que enfrenta dicha población excluida.
El concepto de anomia penetra el ámbito sociológico permitiendo explicar el proceso de crisis que sufre la sociedad debido a la desorganización social y a la impunidad, a las crisis económicas por la falta del respeto de las reglas y de credibilidad en las autoridades, a los conflictos sociales que se agudizan como resultado de las diferencias inducidas y debido a mecanismos degenerativos que imperan la sociedad en general. Dicha sociedad no ofrece al sujeto ningún asidero fundamental para organizar su vida de manera racional generando en su conciencia un estado de inseguridad, desconfianza y despersonalización. En este sentido, el individuo percibe consciente o inconscientemente el proceso de “reducción” de su personalidad, su minusvalía frente a los valores abstractos e impersonales que la contemporánea sociedad de vocación totalitarista ha creado y a los cuales él se encuentra sometido. Las exigencias de este tipo de sociedades reclama de la persona encuentran eco en el grado de evolución cultural de ésta, pues el ritmo de desarrollo que mantienen las estructuras socioeconómicas de este tipo de sociedades retardatarias, no engendra cambios cualitativos en la vida y personalidad de los agentes de dicha transformación.
En los países con escaso desarrollo económico y de economías rentistas, la persona humana no logra ni podría alcanzar en esta situación un status social y cultural que le permitan cambios cualitativos de vida y el libre desarrollo de sus potencialidades. La anomia surge debido a que el equipo técnico, cultural y valorativo que conserva al sujeto no responde a las exigencias de una sociedad cambiante y dinámica que por su defectuosa configuración estructural, frena en vez de impulsar el desarrollo integral del ser humano.
La adquisición de capital únicamente tiene efectos sobre el cambio social, en la medida en que la población más pobre lo haga en cantidades y calidades superiores o iguales a las del resto de la población. Si, por ejemplo, la calidad de la educación recibida por los más pobres es superior, el cambio social se presenta más rápidamente. Lo que actualmente se observa es una desigualdad en la adquisición de los diferentes tipos de capital y, por ende, la inequidad persiste.
Para combatir el problema de la anomía, es necesario realizar acciones contundentes como la liberalización de los mercados, el fortalecimiento institucional, el fomento de programas de Responsabilidad Social que involucran a toda la comunidad educativa, velando mutuamente por el progreso, impulsar la formación profesional fundamentada en la investigación, el estudio y la disciplina que permitan enriquecer y aportar creativamente al desarrollo del aprendizaje para contrarrestar esta patología social con el trabajo esforzado y constante siendo así agentes de cambio y prosperidad para todos. La cultura de la tolerancia, de solidaridad y de sentido de unidad nacional representan la trilogía sobre las cuales se yergue el sentido de pertenencia y orgullo que potencia a las naciones a respetar sus normas y atraer así todos los factores que los motoricen hacia el orden y la prosperidad.