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El Mundo
Por Moisés Bittán
IV Cumbre efectuada por el G-20
Hace pocos días concluyó en Toronto la IV cumbre efectuada por el Grupo de los 20. Líderes de las economías más importantes acordaron una serie de objetivos fiscales de consolidación y medidas para asegurar un crecimiento sólido, sustentable y equilibrado.
De acuerdo a los resultados de esta cumbre, las economías avanzadas se han comprometido a llevar a cabo planes fiscales para reducir en al menos la mitad los déficits para 2013 y estabilizar o reducir las proporciones de deuda-PIB (producto interno bruto) de los gobiernos para 2016, con excepción de Japón por su delicada situación de su deuda externa, permitiendo establecer su propio plan de consolidación fiscal en el mediano plazo. En cuanto a los países con un déficit fiscal avanzado deben impulsar el ahorro y presupuestos equilibrados en sus finanzas públicas consolidadas.
El objeto fundamental a estas medidas es la de proteger y fortalecer la recuperación económica, establecer la base para un crecimiento sólido, sustentable y equilibrado, así como fortalecer los sistemas financieros en contra de riesgos de una crisis generalizada en los escenarios financieros mundiales.
Participación latinoamericana
Los países latinoamericanos vieron respaldadas sus tesis en la cumbre del G-20 en favor de un mayor control del sistema financiero para solucionar una crisis generada en el mundo y de la que se consideran entre los países más vulnerables a la misma.
Los países emergentes latinoamericanos que forman parte de este grupo -Argentina, Brasil y México- acogieron con satisfacción el contenido del acuerdo suscrito por los jefes de Estado y de Gobierno, que reconoce explícitamente la necesidad de combatir el proteccionismo y los exacerbados déficit de los países industrializados como uno de los elementos clave de la recuperación global.
Los líderes políticos estuvieron de acuerdo en la necesidad de una regulación del sistema financiero para impulsar el sector productivo en menoscabo de la especulación financiera, asimismo se comprendió la necesidad de finalizar la Ronda de Doha para la liberalización comercial, que permita terminar con el proteccionismo, sobre todo en el sector agrícola. Igualmente se des destacó la importancia de que se publique una lista con los países que no cumplen las reglas de transparencia de la OCDE sobre lavado de dinero y evasión fiscal.
Los Objetivos del Milenio
La Declaración del Milenio fue aprobada por 189 países y firmada por 147 jefes de estado y de gobierno en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas celebrada en septiembre del año 2000. Los Objetivos de desarrollo del Milenio, ocho ambiciosos objetivos que se intenta alcanzar para 2015. Los objetivos propuestos son: 1.- Erradicar la pobreza extrema y el hambre, 2.- Lograr la enseñanza primaria universal, 3.- Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, 4.- Reducir la mortalidad infantil, 5.- Mejorar la salud materna, 6.- Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, 7.- Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, y 8.- Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Políticas erradas y su la incidencia en los Objetivos del Milenio
Ningún país ni región se está escapando de la actual crisis mundial. Los países en desarrollo, que ya estaban muy afectados por las sucesivas crisis alimentaria, energética y del cambio climático, están acusando fuertemente los efectos de la crisis financiera y la fase descendente del ciclo económico. Existe el riesgo de que no se alcancen los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de que se pierda lo conseguido en la última década.
En vista a los descalabros en la economía mundial que se ha manifestado desde finales del segundo semestre del 2008, es muy difícil alcanzar las metas fijadas en materia de combate a la pobreza formulada en los Objetivos del Milenio. El factor explicativo de dicha inviabilidad radica en la aplicación del modelo económico inequitativo aún vigente: las directrices económicas erradas generan, de manera inevitable, desigualdades que se traducen en la concentración desmedida de la riqueza en pocos agentes y en el empobrecimiento de los sectores mayoritarios de la población, o bien en el agravamiento de su pobreza.
Ante la evidente inoperancia de la actual arquitectura financiera a escala mundial, sería deseable que los dirigentes mundiales cobraran conciencia de que, con una política económica centrada no en las necesidades del capital, sino de las personas, es posible reducir e incluso erradicar en varias décadas la pobreza. Sin embargo, como puede apreciarse en la reunión que se desarrolló recientemente en Toronto, la voluntad política existente es insuficiente para atender las raíces de la problemática: sustituir la especulación por mayor control, e inclusión de las economías menos favorecidas en la creación de la riqueza mundial.
Venezuela y el resto de los países: trabajo en conjunto
En estos tiempos de cuestionamiento a los modelos de propiedad y a los medios de producción genera mucha incertidumbre en los actores económicos, existe la tentación en erguir nuestro desarrollo en un modelo basado en la autarquía con países con afinidades ideológicas. Ello sería un error histórico. En esta era de interdependencia, nuestro futuro, nuestros valores, nuestra seguridad y nuestra prosperidad están vinculadas estrechamente a como participemos en el concierto de las nacionales en general y con nuestros socios tradicionales estratégicos en lo particular. La recuperación de los países avanzados impulsará la recuperación a nivel mundial y, a su vez, el crecimiento de los países en desarrollo – como Venezuela – creando empleo, crecimiento y prosperidad. Todo esto será posible en la medida que los venezolanos seamos capaces de potenciar nuestras ventajas competitivas en lo interno y en lo externo.