Cronología industrial y sus repercusiones

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El aumento sustentable de la producción y el intercambio de bienes mejoran la calidad de vida de la población.

Corresponde a una de las teorías del gran economista escocés de la teoría clásica: Adam Smith. Él y algunos fisiócratas establecieron las bases ideológicas e intelectuales que fomentó el inicio de la Revolución Industrial, cuyo proceso de transformación económico-social y tecnológico se inició en la segunda mitad del siglo XVII en Gran Bretaña, extendiéndose una década después a una gran parte de Europa Occidental y EEUU, culminando hacia 1820 o 1840. Se vivió durante ese período el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales desde el neolítico, que vio el paso de una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura, el comercio y la protoindustria, a una economía de carácter urbano y mecanizada.

Se produjo, por tanto, una industrialización, proceso por el cual pasa de una economía basada en la agricultura de carácter de sostén familiar a una fundamentada en el desarrollo industrial y en el que éste representa, en términos económicos, el pilar fundamental del Producto Interior Bruto para un país y, en términos de ocupación, ofrece trabajo a gran parte de la población. Países recientemente industrializados comparten ciertas características y condiciones internas: 1 Mayor libertades sociales y derechos civiles; 2 Cambio de economía primaria a industrial; 3 Apertura de sus economías al mercado mundial; 4 Corporaciones de origen nacional operando en varios continentes; 5 Atracción de capital foráneo; 6 Liderazgo político formulando políticas públicas orientadas a la competitividad; 7 Crecimiento económico elevado basado en el sector manufacturero orientado a la exportación; 8 Volumen elevado de exportaciones y regímenes de perfeccionamiento activo; 9 Agricultura dinámica y muy tecnificada; !0 Economía muy diversificada e interdependiente; !1 Profundización del mercado doméstico; y !2 Indicadores sociales de bienestar superiores a los países subdesarrollados.

Algunos de estos países son: China, India, Brasil, México, Turquía, Indonesia, Tailandia, Egipto, Sudáfrica, Argentina, Filipinas y Malasia. Estos países tienen un PIB per cápita, que el más modesto de ellos llega a unos US$ 3.000, y Brasil sobrepasa los US$ 12.000; igualmente el Índice de Desarrollo Humano (IDH) sube considerablemente, llegándose en algunos países citados entre 0,6 y 0,8. En lo que respecta a los países que han alcanzado gran desarrollo industrial desde hace muchos años, todos ellos han logrado un alto grado de IDH: por encima de 0,8 y disfrutan de los más altos estándares de vida, gracias a una buena distribución de la riqueza, sanidad, esperanza de vida y calidad de los servicios. Todo se debe a su desarrollo económico producto de su industrialización.

Las exportaciones petroleras permiten a Venezuela obtener grandes ingresos fiscales, lo que hace que nuestro país cambie la base de su economía de productor y exportador agrícola a petrolero. Ya para el año 1925 el petróleo desplazó al café como principal producto de exportación, lográndose que para 1928 Venezuela ocupase en aquella época el primer lugar como país exportador de petróleo en el mundo y segundo país mayor productor, el valor de la producción petrolera superó ampliamente los productos agrícolas y otros recursos, ya que con el petróleo se desarrollaron actividades de refinación obteniéndose muchos subproductos, a través de la industrialización.

Venezuela hasta finales de la década de los noventa experimentó cambios significativos, transitando de una economía rural a una economía moderna industrial, con el consecuente crecimiento de la renta per cápita y de la productividad. Para que el proceso de industrialización sea viable y recuperemos el tejido industrial perdido en lo que va del siglo XXI debemos revertir un conjunto de políticas erradas e impulsar diversas industrias como la agropecuaria, las importaciones de materias primas necesarias en los procesos fabriles y fomentar las exportaciones de productos no tradicionales con mayor valor agregado, asegurando así el aumento de la productividad, la generación de fuentes de empleos y bases imponibles para nuestro erario público.

Los países emergentes se han sensibilizado en que para contribuir al crecimiento económico no deben limitarse a propiciar contactos entre productores y compradores para asegurar el aprovisionamiento de recursos primarios. Hoy en día tienen que añadir valor a sus exportaciones y a todas las cadenas productivas, encontrar nuevas oportunidades de mercado y definir estrategias de comercialización e imagen de marca que ayuden a desarrollar nuevos mercados rentables y generadoras de nichos derivados de más sofisticación. La generación de riqueza comienza con ciertos recursos económicos, entre los cuales se encuentran los naturales, la educación y, proceso transformativo y multiplicador basado en el ahorro e inversión.

En los tiempos actuales la degradación del ambiente y el cambio climático demandan otro trato a los recursos naturales. La explotación de esos recursos da lugar a ciertas industrias: petrolera, minera, pesquera, agropecuaria, turística, entre otros. En ciertos países, los ciudadanos han creado asertivamente valor más que riqueza con ellos, explotando sus ventajas comparativas a partir de estas, desarrollando otras aptitudes competitivas.

La industrialización de este siglo va mucho más de procesar materias primas, se requiere involucrar a todos los trabajadores y gerentes en la responsabilidad de la empresa con su entorno, de un esquema de producción cónsono con los estándares internacionales de cuidados al medio ambiente, competir con el pleno apoyo del Estado, ser eficientes, invertir en tecnologías limpias y permitir que la economía funcione según los equilibrios del mercado y un ordenamiento jurídico que le es propio para crear y distribuir prosperidad.