La producción de alimentos: retos e interrogantes

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Las interacciones entre el uso de los recursos naturales para la producción alimentaria y las opciones técnicas para reducir los impactos ambientales negativos han sido objeto de múltiples análisis y discusiones

Los alimentos, en gran medida, se producen ulteriormente por y para los seres humanos, y hay poderosas fuerzas sociales y económicas que influyen sobre las formas de producción.

La escasez de alimentos y la subnutrición fueron grandes problemas que condujeron no solo al establecimiento de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), sino también a una amplia cooperación internacional en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. En los últimos 35 años ha habido una evolución gradual desde enfoques principalmente tecnológicos de la producción alimentaria hacia otros que toman en consideración los factores ecológicos, sociales y económicos subyacentes.

Uno de los elementos centrales en las estrategias para reducir el impacto ambiental es un mejor equilibrio entre la confianza en la tecnología y enfoques en los que la información y la gestión ocupan un lugar más prominente.

Los gobiernos pueden colaborar con el sector privado y con organizaciones no gubernamentales para elevar la cantidad y la calidad de los alimentos de las siguientes maneras: 1) Apoyar prácticas ecológicas que promuevan el uso eficiente de los insumos y concientizar sobre el medio ambiente a través de la educación y la formación; 2) Adoptar políticas favorables a las mejores prácticas de uso de la tierra y la distribución equitativa de los recursos; 3) Ayudar a transformar pequeñas explotaciones agrícolas en empresas productoras competitivas, concentrando la producción de alimentos en zonas con elevado potencial, promoviendo zonas de empresas rurales y fomentando planes de diversificación de ingresos en los distintos sectores agrícolas; 4) Evaluar el potencial de producción de alimentos en zonas urbanas y suburbanas; 5) Mejorar la infraestructura de apoyo a las empresas agrícolas para que pueda disponerse debidamente de semillas de calidad, fertilizantes y equipo para la producción de alimentos, y reforzando y dotando al personal de extensión para que promueva prácticas ecológicas entre los productores de alimentos.

La primacía agropecuaria garantiza la seguridad alimentaria para todos, tanto en términos de cantidad como de calidad de los alimentos, proporcionando empleo y mejorando las condiciones de vida y seguridad de ingresos principalmente en las zonas rurales. Sin embargo, la incapacidad para alcanzar una producción de alimentos mínimamente agresivos con el ambiente y sostenibles se debe, básicamente, a la indiferencia de sectores gubernamentales más bien que a factores naturales o sociales.

A los problemas más inmediatos de los daños causados al suelo, agua, bosques y pesca se añaden perspectivas a más largo plazo del cambio climático por la excesiva emisión de gases como el CO2, pérdida de diversidad biológica y presión de una población humana creciente.

Es preciso calibrar las políticas agropecuarias, ambientales y macroeconómicas, a nivel tanto nacional como internacional, requiriéndose la adopción de iniciativas en materia de educación, la utilización de incentivos económicos y el desarrollo de tecnologías nuevas y apropiadas, para garantizar suministros estables de alimentos nutricionalmente adecuados, sin olvidar que es necesario conservar y rehabilitar permanentemente los recursos naturales de tierras con menores posibilidades, con el fin de mantener una relación sustentable.

Los gobiernos nacionales, en conjunto con el sector privado, deben adoptar estrategias basadas en estimaciones realistas del potencial de producción y de la capacidad para sustentar a la población. Tales estrategias deben considerarse prioritarias: formuladas, iniciadas y aplicadas por las personas que han de sentir sus efectos. El mensaje importante que deben recibir todos los países es que la participación, la equidad, el diálogo, los mecanismos adecuados, la capacitación y los incentivos serán los caminos conducentes a la producción respetuosa del medio ambiente y a la seguridad alimentaria. Sin ellos, los importantes medios tecnológicos y políticos de que disponemos no tendrán efectos duraderos.
Cosechas en América Latina  y la escalada de precios
Las cosechas de granos y cereales tienen este año perspectivas tímidamente optimistas en América Latina, lo que alienta a la cautela ante la evolución de los precios.

Las mejores cosechas están inducidas por un alza de la superficie sembrada y buenos comportamientos climáticos. El incierto panorama regional, que permitiría contener el número de personas subnutridas, es aplacado por rendimientos positivos de las cosechas en otros países.

Ahora bien, la situación puede variar, debido a la inestabilidad meteorológica derivada del cambio climático. Es necesario apoyar la agricultura de pequeñas unidades de producción. Un factor clave en la contención de los valores de los alimentos será qué suceda con el precio del petróleo, cuya tendencia apunta sobre los $ 80 por barril para los próximos años, insumo que explica un tercio del costo de los nutrientes y otros insumos asociados a la producción y comercialización de alimentos.

Los países más afectados por este panorama en nuestra región son aquellas naciones que importan tanto alimentos como crudo. Por lo tanto, los gobiernos deben impulsar políticas públicas que eleven la producción agropecuaria respetando los medios de producción de los cultores del campo y alienten la abundante comercialización de alimentos para contener los precios, con lo cual  se podrá reducir solidariamente el número de personas con déficit alimentario.