Teoría de la escasez: un fenómeno económico con impacto social

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El elemento dominante de todo problema económico reducido a su máxima expresión es la escasez de recursos frente a las ilimitadas necesidades que deben ser atendidas. El problema surge entonces de la interrelación entre lo que se requiere y lo que está disponible.

Las necesidades del hombre en términos de bienes y servicios exceden la cantidad que de ellos la economía puede producir con los recursos que tiene a la mano, quedando siempre algunas de estas insatisfechas.

La escasez se conceptualiza como la insuficiencia de diversos recursos -salvo el aire que se considera un bien libre- tales como el agua potabilizada, los alimentos, las energías transformadas, la vivienda y el vestido, entre otros, que se consideran fundamentales para satisfacer la supervivencia; o de productos no básicos que suplen distintas necesidades en las sociedades humanas en distintos ámbitos.
Ningún colectivo posee todos los recursos suficientes para cubrir de manera adecuada las necesidades de su población, por lo que se precisa el intercambio y el comercio de bienes y servicios. La escasez obliga a priorizar las necesidades dado que todos los agentes económicos estamos supeditados a diversas restricciones presupuestarias.
Este fenómeno representa un problema de orden mundial, en el sentido de que existe el deseo o necesidad de adquirir una cantidad de bienes y servicios mayor a lo que está disponible. El concepto de escasez se refiere a una determinada relación entre los recursos económicos y las necesidades. Los recursos económicos como la fuerza de trabajo, la tierra, el capital y la tecnología tienden a ser escasos, por lo que la cantidad de bienes y servicios que pueden producirse son igualmente limitados.
La escasez es uno de los fenómenos fundamentales en la economía y, más aún, de ella nace el problema económico. Se la suele definir como aquella situación que surge cuando, dada una relación entre medios y fines, estos resultan ser cuantitativamente más que aquellos: de allí surge que esos medios son «escasos».
La economía como ciencia se ocupa de estudiar esa asignación eficiente de los recursos escasos entre los fines múltiples, dando origen así al «proceso de economización».
Cabe destacar que existe la idea de una relación entre pobreza y escasez, pero la causa de la pobreza no es la escasez. La causa de la pobreza -bajo la perspectiva económica- es no conocer y por tanto no respetar la naturaleza de la escasez.
Ese fenómeno se plasma en un complejo proceso de mercado y encuentra en él su solución cuando se cruzan la oferta y la demanda; pero esto no implica su eliminación, sino solo su satisfacción. La escasez es una cuestión que impacta la sociedad y por tanto tiene fuertes consecuencias en la estabilidad socioeconómica.
En Venezuela, desde el año 2007 hasta el presente se ha incrementado el nivel de escasez, debido a: 1) Un aumento de la demanda interna: el Gobierno nacional ha obtenido ingresos externos extraordinarios por el alza de los precios petroleros, lo que le ha permitido estimular el consumo, originándose durante este lapso un impulso parcialmente artificial de la demanda, a través de una política fiscal expansiva y el financiamiento monetario del gasto corriente, subsidiando fuertemente insumos primarios para el consumo interno como la energía y las divisas; y 2) La contracción de la oferta agregada por el deterioro de la producción interna inducido por la imposición de anacrónicos controles, regulaciones de precios, expropiaciones e intervenciones, lo que ha mellado las relaciones entre los agentes de producción y la confianza en los emprendedores.
La caída de la producción nacional y por lo tanto de la oferta agregada en los últimos años ha determinado una disminución del Producto Interno Bruto (PIB) del sector privado, reduciendo los niveles de empleo establecidos y disminuyendo la creación de nuevas plazas con mayor notoriedad en el sector secundario.
Con el objeto de indicar mejores resultados del PIB nacional, se ha presentado una expansión del sector público con la finalidad de ocupar esos espacios tradicionalmente atendidos por el sector privado. Esto, aunado al cambio metodológico sobre las mediciones tradicionales para cuantificar la actividad, a través de modificaciones en las estadísticas sobre el sector petrolero y gubernamental, provistas por diversos organismos públicos al Banco Central y al Instituto Nacional de Estadística (INE), ha procurado proyectar una imagen de bienestar económico pleno que no es tal.
La combinación de impactos abruptos de la demanda que hacen que esta crezca significativamente y la merma de la producción interna privada han dado lugar a un elevado nivel de «relativa escasez», que se puede medir a través del desabastecimiento, que trasciende más allá de los bienes de primera necesidad.
Se puede afirmar que las clases populares son las que más sufren el fenómeno de la relativa escasez. Por lo tanto, son ellas las que más sobrellevan el desabastecimiento propiciado por las políticas públicas erradas basadas más en el principio de represión que en la confianza.
Las políticas económicas deben fomentar la maximización de beneficios sociales de diversa índole para todos los agentes que integran la sociedad, lo cual exige a su vez un contexto favorable para la producción que eleve los inventarios e incremente sustantivamente la oferta; y esto -por su parte- requiere ingentes inversiones aparejadas a la confianza en el sistema de parte de los emprendedores e inversionistas.
Frente a los diferentes dilemas estructurales de la economía venezolana se requieren políticas de diversa índole incluyentes para resolver los problemas asociados a la demanda distorsionada y una alicaída oferta, tal como otros países vecinos y de nuestra región lo han logrado acometer producto de políticas públicas asertivas que fomentan la competitividad, cuyos niveles de inflación y abastecimiento son propios de los países líderes en desarrollo y equidad.