Implicaciones económicas y sociales de la nueva LOT
La Ocde promueve el bienestar económico y social
Publicado por El Mundo
Ha entrado en vigencia desde hace varios días el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos con la simbólica ceremonia del envío del primer contenedor desde Cartagena, oficializando así el trascendental acuerdo de cero aranceles entre ambos países.
El país neogranadino ya hace parte de un grupo de economías con acceso preferencial al mercado estadounidense.
La integración comercial con uno de los mercados más grandes del mundo convierte a Colombia en una plataforma de exportaciones y en un polo atractivo para la inversión nacional e internacional. Mayores inversiones y capital son el complemento ideal para impulsar el desarrollo.
En el marco de la firma del TLC podemos mencionar que Colombia aprovecha la oportunidad de consolidar las preferencias arancelarias que previamente fueron otorgadas por el Atpdea (Ley de Promoción Comercial Andina y de Erradicación de Drogas), acuerdos comerciales otorgados por Estados Unidos a los países andinos como contribución en la lucha contra el tráfico de drogas ilícitas, lo que permitió que entre Colombia y EEUU hubiera acceso libre de aranceles a más de 6.000 partidas de productos colombianos; y ganar espacio en comparación con otros países que son competidores directos en el ámbito internacional.
Ciertamente, hay que tener en cuenta que Colombia se encuentra en relativa desventaja con respecto a Estados Unidos, ya que este tiene mayor capacidad de competencia y producción en los sectores donde el país neogranadino es más dinámico.
Pero también hay que considerar que la nación vecina cuenta con sectores en los cuales puede competir con su principal aliado y rival, tales como frutas, hortalizas, calzado, textiles, entre otros.
Aunque Colombia presenta ventajas y ciertas opciones de competencia, tiene que reforzar su infraestructura y sus aduanas, además de entidades como el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Instituto Nacional de Vigilancia y Alimentos (Invima).
Los sectores más sensibles al TLC son el agropecuario y las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes). Justamente instituciones como Proexport pretenden prestar acompañamiento en todo el proceso de aprovechamiento de esta nueva oportunidad.
El primero lo requiere por no encontrarse totalmente industrializado para competir con los productos del campo de Estados Unidos, y el segundo por su baja productividad y altos costos.
Sin embargo, hay que reconocer que el gobierno ha anunciado que se ha tomado las riendas del proceso, contando con el invaluable acompañamiento de los empresarios calificados del sector privado, de tal manera que algunos sectores del país se vean lo menos afectados posible, que el tratado sirva para mejorar la economía en general y evitar que se presenten consecuencias negativas.
De allí la conveniencia de generar un fondo de compensación y algunas exenciones fiscales para los que potencialmente sean más vulnerables.
Para poder ingresar a este intercambio comercial en buenas condiciones, Colombia debe seguir elevando sus estándares en cuanto a la producción, competitividad, proteccionismo, educación, calidad en los procesos y el mejoramiento del sistema judicial y mercantil, ya que con este acuerdo las exigencias de excelencia serán mayores.
En tal sentido, son generalizadas las expectativas sobre los impactos económicos que tendrá Colombia con la entrada en vigencia del tratado.
Algunos sectores económicos auguran grandes beneficios, mientras que otros definitivamente deben ajustarse y hacer de esta crisis una oportunidad de crecimiento que les permita acceder a un mercado potencial de más de 300 millones de habitantes con un PIB per cápita que ronda los $48.000 anuales, uno de los más elevados del mundo.
El sector comercio es uno de los favorecidos debido al peso que tienen las importaciones en la economía colombiana; el gran beneficiario es el consumidor, que puede elegir productos nacionales e internacionales, obligando por consiguiente a los productores nacionales a ser innovadores y elevar su calidad.
En cuanto al sector salud, estarán protegidos los medicamentos en el renglón de genéricos; en el sector educativo habrá reconocimiento mutuo y ello llevará a convalidar títulos, lo que supone ventajas. Se modernizarán las maquinarias y el parque automotor gracias a la importación con cero aranceles. Sobre las exportaciones, se cuenta con los sectores floricultura, textil y de confecciones.
Igualmente, Colombia podrá ofrecer productos del agro como frutas, verduras y hortalizas, palma africana, piña, cacao y yuca. Los caficultores también se beneficiarán con este tratado.
Hay que reforzar ciertos nichos del campo neogranadino como arroz, productos avícolas, ganadería y derivados, así como también el sector industrial, que debe adaptarse a las mayores exigencias para producir bienes competitivos.
En fin, son variadas las expectativas de los diferentes sectores económicos, pero todos coinciden en exigir del Gobierno aduanas más eficientes, rigurosidad en controles fitosanitarios, además de urgentes mejoras en la infraestructura vial y de puertos.
El TLC es un paso muy importante que da el país neogranadino para lograr ajustarse a las nuevas oportunidades que ofrece el libre comercio en un mundo cada vez más interdependiente.
El Gobierno colombiano tiene presente la gran asimetría entre ambos países, por tanto ha solicitado tiempo para su adaptación en ciertos sectores, como plazos de hasta 10 y 12 años, en los cuales podrá reorganizar su sociedad, capacitarla, entrenarla, mejorar la infraestructura y todos aquellos vacíos que se tienen, para poder competir y complementarse con Estados Unidos, logrando que los intereses económicos de ambos satisfagan sus expectativas bajo la premisa de que todos ganan y la región se beneficie colateralmente de espirales virtuosas de desarrollo sostenible.