Siria: restrospectiva y transición

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Publicado por El Mundo

La Republica Árabe Siria es un país de Oriente Medio y está situado en el extremo oriental del mar Mediterráneo con una costa de 180 Km, con una superficie de 185.180 Km2 y con una población aproximada de 21.000.000 de habitantes.

Limita al norte con Turquía, al este con Irak, al oeste con el mar Mediterráneo y el Líbano y al sur con Jordania, Cisjordania e Israel.

Siria ganó su plena independencia de la ocupación francesa el 17 de abril de 1947. Antes de la ocupación francesa, Siria estuvo bajo dominio del imperio otomano durante cuatro siglos hasta el año 1918, cuando dejó de formar parte del imperio turco para caer bajo la ocupación inglesa, que posteriormente cedieron su posición a los franceses, según consta en los registros históricos.Siria es una sociedad tradicional con una historia pluricultural muy extensa, donde prevalecen los valores familiares, la religión, la educación y el amor al trabajo.

Aunque cierto desarrollo siguió a la declaración de independencia, la política siria -desde la independencia hasta los últimos años de la década del 60- estuvo marcada por fuertes confrontaciones. Entre 1946 y 1956, Siria tuvo 20 gabinetes diferentes y redactó cuatro constituciones separadas.

En 1948, Siria estuvo involucrada en la guerra árabe-israelí, pero el ejército sirio fue derrotado por las fuerzas armadas del naciente estado de Israel. Una serie de golpes militares, iniciados en 1949, minó al gobierno civil y condujo a la toma del poder al coronel Adib Shishakli. Tras su derrocamiento, en un golpe de 1954, las continuas maniobras políticas apoyadas por facciones competidoras en el ejército llevó, finalmente, elementos nacionalistas y socialistas árabes al poder.

La inestabilidad política de Siria durante los años después del golpe de 1954, el paralelismo de las políticas sirias y egipcias, y la atracción del liderazgo del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser en el amanecer de la crisis de Suez, crearon el apoyo en Siria para la unión con Egipto. El 1° de febrero de 1958, el presidente sirio Shukri al-Kuwatli y Nasser anunciaron la fusión de los dos países, creando la República Árabe Unida y todos los partidos políticos sirios cesaron sus actividades abiertas.

La unión no fue un éxito, no obstante. Seguido de un golpe militar el 28 de septiembre de 1961, Siria se separó, restableciéndose como la República Árabe Siria. La inestabilidad caracterizó los siguientes 18 meses, con varios golpes culminando el 8 de marzo de 1963 con la instalación -por parte de los oficiales izquierdistas del ejército sirio- del Consejo Nacional del Comando Revolucionario (Cncr). Un grupo de funcionarios militares y civiles asumieron el control de toda autoridad ejecutiva y legislativa. La toma de posesión fue ingeniada por miembros del Partido de Resurrección Socialista Árabe (Partido Baaz), el cual había estado activo en Siria y otros países árabes desde los últimos años de la década del cuarenta. El nuevo gabinete estuvo dominado por los miembros del Baaz.

En los años subsiguientes, la participación del partido panárabe Baaz ha sido prominente, teniendo su mayor control hegemónico durante el mandato ininterrumpido de Hafez al-Assad por casi tres décadas. Su hijo Bashar lo sucedió en el cargo y sigue siendo el presidente de Siria hasta el día hoy. Bashar al-Assad ha impulsado en esta última década cambios importantes tendientes a modernizar el estado sirio; sin embargo, en materia de derechos humanos persisten rezagos muy preocupantes.

La población siria padece en menor medida los mismos flagelos que sus contrapartes en Egipto, Túnez y Libia: desempleo, falta de oportunidades, corrupción, nepotismo, régimen autocrático, falta de democracia y libertades. Pero es, a la vez, una sociedad diferente, intolerante a la disidencia política, donde los servicios de seguridad y el ejército controlados principalmente por musulmanes Alauitas y los allegados de la familia Al-Assad, hacen uso de todas las medidas represivas para disuadir las manifestaciones de los disidentes.

A un año de haberse iniciado las duras represiones, se debe insistir en la importancia de una solución pacífica a la crisis en Siria que logre, a través de la iniciativa de la liga árabe y la comunidad internacional, medios para impulsar las reformas democráticas al gobierno de Damasco. Se debe hacer un esfuerzo importante y significativo en busca de solucionar los problemas internos en Siria y avanzar en el desarrollo democrático de la sociedad concitando a todos los actores a un gran acuerdo integral. Es de gran interés el consolidar una Siria estable y segura, lo cual es esencial para la estabilidad del Oriente Medio.

Los recientes acontecimientos apuntan un cambio estructural de las instituciones públicas pronto, el cambio interno en Siria a corto plazo de vendrá motorizado por las diversas facciones opositoras, de los grupos empresariales pro-occidentales – muchos de ellos paradójicamente alauitas – y con el concurso de la diáspora Siria.

Finalmente, deben cesar cuanto antes los ataques a la población civil y se debe atender inmediatamente las necesidades básicas de la población, atacar el desempleo, la inflación, restablecer los servicios básicos, incentivar la inversión externa, recuperar el valor de la moneda local, sincerar y adaptar a la realidad el presupuesto público. Por otro lado, se deberán impulsar prácticas de gestión transparente para combatir el clientelismo y la corrupción, y de ser más creíble el manejo de las políticas públicas que beneficie a todos los sectores de la población.

Rusia y China tienen un papel estelar en esta nueva fase de transición, la primera reordenando con menor presión sus intereses geopolíticos en la región adecuándolos a los nuevos tiempos, y la segunda, brindándole apoyo económico y facilitando todas las herramientas al entorno de Al-Assad para que cesen la represión tendiéndoles puentes de plata para una transición inevitable lo menos traumática para todos.