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Hoy los estonios apuestan por industrias limpias y de alto grado de tecnificación
Las posibilidades empresariales de los países bálticos se presentan como una alternativa al crecimiento de Europa Occidental, y de allí, la oportunidad de buscar y fortalecer alianzas por parte de América Latina. En Estonia, la facilidad para crear empresas y el ambiente propicio para los negocios, unido a su baja morosidad bancaria que no supera el 2% y es uno de los siete países que mantienen sus cuentas públicas en los límites que establece el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea (UE), la convierten en el acceso directo a los países bálticos, añadiendo excelente posición geográfica y vínculos comerciales.
Los sectores con mayor protagonismo de su economía son la alta tecnología, el financiero y el inmobiliario.
Estonia se encontraba, en 2015, en el puesto 16 del “Doing Business” de los 189 que conforman este ranking, que clasifica los países según la facilidad que ofrecen para hacer negocios, sin variar su posición respecto al año anterior.
Estonia ha avanzado en la última década en la calidad de vida de sus ciudadanos. Hasta la crisis financiera de 2008, la economía había experimentado un crecimiento notable. No obstante, el país obtiene buenos resultados en sólo algunas medidas de bienestar en comparación con la mayoría de los demás países incluidos en el Índice para una Vida Mejor.
Estonia está por arriba del promedio en educación y competencias, calidad medioambiental y, equilibrio entre ocio y trabajo; pero algo por debajo del promedio en vivienda, empleo y remuneración, satisfacción, seguridad personal, ingresos y renta, estado de la salud y compromiso cívico.
La cooperación regional es una de las prioridades de su política exterior. El principal instrumento para la cooperación con las otras dos Repúblicas Bálticas (Letonia y Lituania) es el Consejo Inter-Báltico. Además, Estonia mantiene estrechos lazos con el resto de países de la cuenca del Báltico a través del Consejo de Cooperación Báltico. Es miembro del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIP), Naciones Unidas, Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (BIRD), Corporación Financiera Internacional (CFI), el Banco Nórdico de Inversiones (BNI), el Consejo de Europa, Consejo del Mar Báltico, Consejo de Cooperación Aduanera, Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), Euro-Atlantic Partnership Council, Organismo Internacional para la Energía Atómica, Organización de la Aviación Civil Internacional, UNCTAD, FAO, IOC, ISO, ITU, OPCW, OSCE, PFP, UNESCO, UNMIBH, UNTSO, UPU, WEU (Estado Asociado), WHO, WIPO y WMO.
Desde el 2004 es miembro de la OTAN junto con los otros nueve países adheridos con ella a la UE. Desde el año 1992 Estonia tenía en el GATT status de país observador y a finales del 1999 ingresó en la OMC. A mediados del 2010, Estonia ingresó como miembro de pleno derecho en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
También es firmante del Protocolo de Kyoto sobre medio ambiente, la Convención de Washington sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres, la Convención de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación, el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, el acuerdo de Wassenaar sobre controles de exportación de armas convencionales y productos de doble uso y tecnologías, y del Acuerdo Internacional del Café de 2001.
En un artículo que escribí hace algunos años sobre Estonia, mencionaba que la economía de ese país había tenido un notable grado de industrialización, partiendo de su reconversión debido a su herencia del período soviético, obsoleta y con necesidad de una profunda transformación, hoy los estonios apuestan por industrias limpias y de alto grado de tecnificación. Desde su independencia, el país ha experimentado un fuerte desarrollo económico, lo que ha supuesto un cambio en el tipo de relación existente entre el país y las instituciones financieras multilaterales mundiales y regionales a medida que su economía evolucionaba positivamente.
Antes de su adhesión a la UE comenzó una nueva etapa: desde entonces, la UE y las instituciones regionales ya mencionadas se constituyeron en las fuentes únicas de este tipo de financiación para Estonia. A su vez, los programas y proyectos del FMI, el BM o la CFI cesaron completamente en el país. Hoy no tiene ninguna actuación de estos organismos.
Dentro la región báltica, Estonia es la economía más dinámica y con mayores expectativas de crecimiento a largo plazo; de allí su importancia económica dentro de la región. Sin embargo, su reducido tamaño y su proximidad a economías de mayor tamaño como Finlandia, Suecia, Noruega o Rusia hacen que su importancia económica y comercial sea inferior a los países de su entorno.
El país ha apostado a la liberalización de la economía: el cual ha hecho de un estímulo a la inversión extranjera, privatizaciones y mayor cooperación con países más desarrollados del entorno, como Finlandia. Se presentan buenas oportunidades de negocios en muchos de sus sectores económicos.
Estonia considera la política de ampliación de la UE como una oportunidad para los países que desean compartir los mismos valores que se tienen dentro de la UE, basados en la democracia y en una economía de libre mercado, en puntos de vista innovadores, y en una sociedad orientada hacia el futuro. Estonia, como país integrado en la UE, comparte con gusto su experiencia en materia de reformas adquirida durante el proceso de adhesión con cualquier país interesado.
Algunos países de nuestra región pueden inspirarse en la senda transitada por este dinámico país báltico que supo superar la era totalitaria reconciliando todos los sectores de su sociedad en un gran proyecto de inclusión y desarrollo económico.
@moisesbittan
Director de Finantop